RECORRIDOS TERAPÉUTICOS DIFERENCIADOS

Las terapias sistémicas han desarrollado muchas intervenciones y estrategias terapéuticas, pero, como casi todas las perspectivas terapéuticas, no las han diferenciado en relación con las características de los pacientes. La teoría de las polaridades semánticas familiares abre nuevas vías para diferenciar las intervenciones. La identificación de las semánticas que dominan la conversación en la familia del paciente ayuda al terapeuta a formular, incluso con independencia del tipo de psicopatología, un recorrido terapéutico adecuado a la semántica del paciente y su familia.

Algunas historias terapéuticas posibles dentro de una semántica, en el sentido de productivas, fáciles de actuar, capaces de estimular el cambio, están vetadas en otra, en el sentido de que son difíciles de desarrollar, incapaces de promover los recursos, y provocan dropout (abandonos) o circuitos disfuncionales. (Ugazio, 2022, p.9)

Los valores, las definiciones de uno mismo y de los demás, los vínculos de apego y las modalidades de relación son diferentes en cada semántica. Por consiguiente, los vínculos y los recursos, así como las motivaciones de los individuos para cambiar, son diferentes. Además, tenemos tantas formas de construir la relación terapéutica como semánticas; y los terapeutas, en su diálogo con el individuo, la pareja o la familia, acaban posicionándose inevitablemente en la semántica de los pacientes.  

  La semántica de la libertad, la bondad, el poder y la pertenencia construyen la relación terapéutica de manera diferente. Las expectativas hacia la terapia, la alianza terapéutica, sus posibles fracturas y disfunciones son diferentes en cada semántica. Por ejemplo, cuando predomina la semántica de la bondad, como ocurre con los pacientes obsesivo-compulsivos y sus familias, la polaridad «juzgar/hacer cómplice al otro» caracteriza, a menudo implícitamente, la relación terapéutica. Por lo tanto, los terapeutas pueden encontrarse inconscientemente en la posición de jueces, a quienes el paciente o todo el grupo familiar pide que resuelvan los dilemas morales que les atenazan, liberándoles de la culpa y restableciendo la justicia en el grupo. Pero, sobre todo si se mantiene una posición neutral rechazando cualquier comentario u observación que pueda parecer un juicio, los terapeutas también pueden acabar, lo quieran o no, en la posición de cómplices (Ugazio y Castelli, 2015).

Cuando la semántica del poder prevalece, los terapeutas pueden encontrarse en la incómoda posición de competir con sus pacientes. Al sentirse desafiados por la asimetría de la relación paciente-terapeuta que interpretan a través de la metáfora del poder, los pacientes pueden sentirse humillados y ver el encuadre y sus reglas como una especie de movimiento de los terapeutas para ponerlos en situación de desventaja. La semántica del poder, sin embargo, ofrece a los terapeutas la posición más provechosa de aliado. Para conseguir un aliado, los pacientes pueden aceptar la relación terapéutica. Por desgracia, «es una alianza contra otra persona» (Ugazio, 2022, p. 324).  

Estas diferencias en la relación terapéutica, en los valores, en las emociones, en los vínculos de apego y en las formas de relacionarse requieren enfoques terapéuticos específicos que la teoría de las polaridades semánticas ya ha elaborado, al menos en parte (Ugazio, 2019). (Ugazio, 2010,2019, 2022)

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