EL SUJETO CONTEXTUAL

Lo que distingue a la tradición en la que está anclado nuestro modelo es la idea del «sujeto contextual», introducida en las ciencias humanas por Bateson en los años 30 del siglo pasado. Estamos ante una idea de persona que desafía una premisa hasta entonces incuestionable del pensamiento occidental: la idea de que la verdadera esencia del hombre se identifica con algo «interno», separado de todos los demás hombres en lo «externo». Bateson da un vuelco a esta premisa individualista para dar cuerpo a la tesis de que los procesos mentales se construyen en la interacción.

El ser humano no solo necesita a los demás para vivir, crecer y reproducirse, sino que además es incapaz de pensar o sentir en soledad. Las emociones, como los pensamientos, y las construcciones mentales se construyen en un diálogo hecho de gestos, contactos físicos, aún más que de palabras, con los demás. La mente no coincide con el cerebro, los procesos mentales y el conocimiento se desarrollan en interacción y diálogo. Las psicoterapias sistémico-relacionales fueron las primeras en situar al sujeto contextual en el centro de su elaboración, y de esta idea de persona en diálogo derivan todas las actividades del EIST.

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